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Democracia 2.0

Alex Servín se ha convertido en una especie de cazador de tesoros. Nos une el amor por las tribus, la visión antropológica de la vida, la lectura provocadora y el buen sake, entre otras cosas. Si ambos hubiéramos vivido hace doscientos años, él habría llegado a mi biblioteca con su cara de hallazgo para desplegar sobre el escritorio un bulto celosamente guardado. Habría quitado con cuidado las capas de tela para dejar a la vista una piedra con signos de otra era. La modernidad, sin embargo, hizo que el hallazgo llegara a través de un documento en formato pdf que me envió digitalmente. El nombre fue una provocación: “Tribu: Laboratorio para la democracia”.

El origen del documento apunta a Chile, donde la Fundación Tribu trabaja como organización independiente y apartidista, en el desarrollo de innovaciones para la democracia. El documento encierra pistas luminosas para reanimar a este paciente que muchas veces vemos en estado crítico: la democracia.

He de confesar mi desencanto hacia la democracia, cuya imperfección es, como se ha dicho, la menos dañina de otros regímenes de gobierno. Y honestamente la veía como un bloque compacto al que es difícil acceder y más complicado mejorar. Luego de leer el documento, terminé con una esperanzadora idea de que mejorar una democracia es posible.

Durante la semana escuché, en un evento privado, a Epigmenio Ibarra, una de las figuras más asociadas al presidente López Obrador. A pesar de que difiero de él en algunas cuestiones, me dio la sensación de que tenemos mucho más en común de lo que pensamos. Aunque prácticamente, por el formato, fue un monólogo, me quedé con ganas de escucharlo más, de tratar de entender qué es lo que él ve que yo no veo, y viceversa. Me parece que en México tenemos déficit de buen diálogo. Llegamos con ideas preconcebidas y ponemos atención a aquello que coincide con nuestra forma de pensar. Lo demás lo descalificamos a priori. Es en este punto donde encuentro muy valioso el documento de Tribu, una iniciativa para convivir en diversidad y llegar a acuerdos.

Escuchar a Epigmenio me dejó la sensación de que el diálogo social, sensato y en paz es posible. Sin embargo, a varios de las decenas de oyentes no les pareció así, no le daban el mínimo beneficio de la duda o le concedían un ápice de razón. En medio de la crispación y la polaridad política y ciudadana que vivimos en México, necesitamos herramientas que faciliten un nuevo diálogo que nos saque de la lógica binaria del “apruebo” o “rechazo”. Es aquí donde el enfoque que están aplicando en Chile cobra relevancia. Se trata de una metodología desarrollada por el profesor James S. Fishkin, director del Centro para la Democracia Deliberativa de la Universidad de Stanford. Consiste en buscar soluciones a la polarización social y la crisis de las instituciones de la democracia a través de escuchar la voluntad ciudadana y propiciar un dialogo en diversidad.

Si en vez de aplicar las encuestas populares con las que se han tomado decisiones polémicas como detener el nuevo aeropuerto o echar para atrás una multimillonaria inversión de una empresa cervecera, se aplicara lo que promueve la Democracia Deliberativa, tendríamos hoy ánimos muy distintos para enfrentar juntos los problemas que atañen al país. El esquema promueve la participación de expertos, la empatía, entender la óptica de las personas que viven una realidad distinta a la de uno, como una forma de entender la postura del otro. Implica tener apertura para escuchar sin tratar de imponer una solución de entrada. El documento apunta: “nos declaramos enamorados del problema y no de la solución”. La sociedad mexicana está enfrentada porque está enamorada de la solución, mejor dicho, de lo que cree es la solución.

Esta metodología, donde una nueva forma de democracia deliberativa se ha llevado a cabo, ha dado resultado más de 100 veces en 30 países de todos los continentes, acercando puntos de vista antagónicos. En Bulgaria propició el fin de la separación entre escuelas para gitanos y no gitanos, en Estados Unidos hizo que más republicanos estuvieran a favor de la migración.

De alguna forma tenemos que buscar el camino, con los políticos de hoy o a pesar de ellos, de construir México en lo que nos une y no en lo que nos separa.