La adversidad, ese intruso indeseado, a menudo se revela como el catalizador de la innovación. Este fenómeno es una constante en la naturaleza y en la sociedad: la mancuerna veneno y antídoto coexiste en una danza dinámica de desafío y solución. Donde hay problemas, surgen las soluciones, causalidad que se aplica tanto en la biología como en la tecnología y en las ciencias sociales. Suele decirse en ambientes campiranos que donde está el veneno, está el antídoto, una especie de equilibrio intrínseco que no sólo resalta la existencia de una solución a cada problema, sino la asombrosa proximidad entre estos antagónicos elementos.
Las serpientes venenosas poseen sustancias que pueden ser mortales, pero sus cuerpos generan los antídotos. Los compuestos de su ponzoña se utilizan para crear remedios que salvan vidas. Otro caso fascinante es el del sapo bufo, cuya toxina mortal puede ser neutralizada con compuestos derivados de la misma especie. De igual forma, en los ecosistemas donde habitan estas especies venenosas, hay plantas que son usadas como antídotos efectivos. Los peces globo contienen una neurotoxina que puede ser fatal si se ingiere; el antídoto que se usa surgió de estudiar las bacterias que el mismo pez tiene en su intestino.
Este principio natural tiene equivalentes en el ámbito humano. El ingenio atribuido al mexicano no es producto de habilidades genéticas excepcionales, es más bien una respuesta a las carencias en su condición de vida. La necesidad es partera de la creatividad. Recientemente se dio a conocer que la científica de la UNAM Liliana Romero está desarrollando un metal antibacterial para los pasamanos del Metro de la Ciudad de México. En un espacio urbano denso, donde la propagación de bacterias y enfermedades es un riesgo constante, esta invención representa un antídoto perfecto. Utilizando tecnología avanzada, Romero creó un material que combate eficazmente los microorganismos, demostrando que las soluciones pueden surgir directamente del problema mismo. El que esta innovación surja en México (y no en Suiza) obedece al principio referido.
En el campo de la medicina, durante la Segunda Guerra Mundial la penicilina se desarrolló como respuesta a las infecciones bacterianas que afectaban a los soldados. La calamidad de la guerra trajo consigo el antídoto. Una ilustración del siglo XVI de Joachim Camerarius muestra a un hombre horadando la corteza de un árbol para obtener un bálsamo, lo titula “Vulnere vulnera sano” (“Con la herida curo las heridas”).
Igualmente se aplica a la economía y a la tecnología. La Gran Depresión de 1929 fue un periodo de extrema dificultad económica, también vio el surgimiento de innovaciones financieras y sociales. El New Deal de Franklin D. Roosevelt introdujo reformas que redefinieron el papel del gobierno en la economía, con la intención de ser un antídoto a la devastación económica. La innovación que trajo Uber a la movilidad surgió en San Francisco, California, ciudad con fuertes problemas de tráfico.
La teoría de la evolución de Darwin apoya esta noción. La selección natural implica que las especies desarrollan adaptaciones en respuesta a sus entornos y sus amenazas. Las adversidades ambientales, los “venenos”, impulsan a las especies a evolucionar, desarrollando “antídotos” en forma de adaptaciones que les permiten sobrevivir y prosperar. En filosofía, Friedrich Nietzsche enfatizó la importancia de enfrentar las dificultades y aprovecharlas como oportunidades para el desarrollo y la autotransformación; su consigna “Lo que no me mata, me hace más fuerte”, encapsula esta idea.
La pandemia de Covid-19 es un ejemplo contemporáneo de esta dinámica. La crisis sanitaria global ha impulsado tecnologías médicas y de comunicación. Las vacunas, desarrolladas en un tiempo récord, fueron una respuesta innovadora ante la amenaza del virus. De igual modo, este periodo marcó un impulso en la adopción de tecnologías digitales que transformaron la forma en que trabajamos, socializamos y consumimos.
Que la innovación frecuentemente sea hija de la adversidad prueba que el mundo, la vida, está llena de dualidades que se complementan. Paradójicamente, tener un problema es también la antesala a una solución.