No, aunque el título pueda aludir a referencias político electorales (en las que hemos estado sumergidos hasta el hastío), esta entrega va -lamento decepcionarlos- de un tema banal, con la esperanza de que a alguien le funcione para convertirlo en algo de valor. Declarada esta pretenciosa aspiración, entro en materia.
La autoridad vial, con la intención de disminuir los accidentes en una zona de la ciudad de Guadalajara (el barrio de Santa Tere), decidió implementar la modalidad de cruce automovilístico conocida como “Uno y Uno”, que funciona en algunas ciudades del país. Entender las implicaciones culturales de lo que está pasando luego del ordenamiento nos da pistas que pueden iluminar otros aspectos de la vida social, empresarial y hasta familiar.
Implementar una nueva práctica cultural en una sociedad es un proceso complejo que va más allá de emitir un nuevo ordenamiento. Para que una norma social sea verdaderamente efectiva debe ser internalizada por los individuos, no simplemente impuesta. El proceso de internalización requiere cambios en las actitudes, percepciones y comportamientos de las personas. Durante un recorrido por Santa Tere fue fácil constatar que, a pesar de la clara señalización, los conductores no respetan el ordenamiento que les obliga a hacer alto total, venga o no venga otro automóvil en el cruce.
La resistencia al cambio es una característica humana; las personas tienden a preferir lo familiar y lo predecible. La adopción del “Uno y Uno” enfrenta varios obstáculos culturales que (especulo) no fueron considerados por las autoridades. Es obvio que existe una inercia de comportamiento: los conductores están acostumbrados a una forma de conducir (forjada por años). El cambio de rutina implica un esfuerzo consciente. Segundo, la confianza en el cumplimiento de las normas es crucial. En muchas sociedades las personas siguen las reglas no solo por el temor a las sanciones, también porque confían en que los demás harán lo mismo. Si un conductor no confía en que los otros respetarán el “Uno y Uno”, es menos probable que él mismo lo respete.
Tercero, la visibilidad y la percepción del riesgo juegan un papel importante. Si en un momento dado no hay otros vehículos a la vista, los conductores pueden no ver la necesidad de detenerse y esperar. Este comportamiento se ve reforzado por la percepción de que no hay consecuencias inmediatas por no seguir la regla en ausencia de otros autos, e incluso pueden pronosticar consecuencias adversas al detenerse, cuando quienes vienen atrás no esperan que el de enfrente lo haga, provocando así un “accidente por obediencia”.
Hay notas de prensa que mencionan, a decir de las autoridades, una disminución de accidentes en el perímetro en cuestión. Platiqué con varios vecinos de la zona, en especial quienes están en las esquinas, y todos coincidieron en que los percances no han disminuido. Cabe mencionar que, además de la señalética, en varios cruces también pusieron topes, ese alto forzoso que tenemos en México ya que la señal hexagonal de “Alto” es una mera sugerencia.
Me parece cuestionable que la autoridad haya impuesto esta norma en una zona y no en toda la ciudad. Entiendo lo de implementación progresiva, pero puede ser arma de dos filos si no es bien comunicada; establece diferentes reglas a quienes durante años practican otras formas. Debieron de haber hecho una campaña informativa (donde además se comunicaran los beneficios esperados) y exigir a los conductores una especie de certificación o haber cumplido una instrucción básica en la nueva disposición. Requiere repetición, refuerzo positivo y una comprensión de que la acción individual contribuye al bienestar colectivo.
Estamos ante un fractal (una estructura replicable a otras escalas) de la vida social en México. No es relevante per se sino por las implicaciones que tiene en otros ámbitos. Queremos nuevos y mejores comportamientos sociales, mas no parece que entendamos la lógica de la naturaleza humana. Las mejoras sociales pasan por la complicidad coordinada de gobierno y ciudadanía, dependen de nuestra capacidad para educar, reforzar y adaptar una norma, hasta que se convierta en algo natural (parte de la naturaleza) del conductor.
Hay señales invisibles, aunque estén ahí.