Nos falta comprender que no hay transa pequeña; lo que sucede en lo micro sucede en lo macro. El saqueo a un camión de refrescos es un fractal (muestra a escala) del saqueo al erario. Un “diablito” para hurtar energía eléctrica, el robo hormiga de luminarias públicas, cables, alcantarillas, la ordeña de combustible son evidencia de una sociedad con tendencia al despojo, ¿extraña que de ella emanen políticos rapaces?
El argumento publicado en @SoyMexicoLider de Facebook ilustra el fractal: “Cuando usted tiene la oportunidad de robar $.30 (treinta centavos) sacando fotocopias personales en la fotocopiadora del trabajo, usted no pierde la oportunidad. Cuando usted tiene oportunidad de robar $15 (quince pesos) llevando a casa el bolígrafo del trabajo, usted no pierde la oportunidad. Cuando usted tiene la oportunidad de robar $100 (cien pesos) a la cajera que le dio cambio de más, usted no pierde la oportunidad. Cuando usted tiene la oportunidad de robar $3,000 (tres mil pesos) comprando una antena desbloqueada que toma la señal de los canales de pago, usted no pierde la oportunidad. Cuando usted tiene la oportunidad de robar $10,000 (diez mil pesos) de Microsoft al descargar un Windows crackeado en un sitio ilegal, usted no pierde la oportunidad. Cuando usted tiene la oportunidad de robar $20,000 (veinte mil pesos) escondiendo un defecto de su auto al venderlo, engañando al comprador, usted no pierde la oportunidad. Y usted no pierde ninguna oportunidad, devuelve la billetera pero toma el dinero, evade impuestos, da su dirección falsa para adquirir beneficios que no tiene derecho, etc.
“Bueno, si usted trabajara en el gobierno y cae en sus manos la oportunidad de robar $1,000,000,000 (mil millones de pesos) es seguro que, como usted no pierde oportunidad, iría a aprovechar más esta oportunidad. Todo recae en una cosa de acceso y oportunidad. (…) En países con menos corrupción se abstienen de tomar la oportunidad de robar. Aunque sea una uva del supermercado”.
La conducta se corrige con señales: límites y consecuencias. Necesitamos cero tolerancia a las faltas menores (como las de vialidad) para de ahí regenerar la conducta en órdenes mayores. Pero en lugar de eso tenemos a bribones premiados y a un candidato ofreciendo impunidad y acogiendo tramposos. La señal era haber subido a la boleta a Marichuy y a Pedro Ferriz, para decirles a nuestros hijos “los premiaron por no hacer trampa”.
Porque la corrupción es (un sistema) cultural, podemos revertir la degradación. Un video de Reforma muestra algo inaudito: en la estación del Metro Zapata, atestada, cientos de pasajeros nos devuelven la esperanza. Como si pertenecieran a otra cultura, esperan y avanzan en orden monacal; antes de abordar dejan bajar a los que están llegando. No hay empujones, patadas ni manoseos. La bestia convertida en humano. Una conducta digna de aplauso y de ser replicada (en pantallas de otras estaciones) como señal de que cambiar es posible. Ver orden induce al orden. Ver ilegalidad…
Un cliché electoral viene bien para los candidatos que en verdad quieran regenerar a México: ¡Es la cultura, estúpido!