Nuestra forma de ver e interpretar el mundo está determinada por factores culturales y también biológicos. Entender que diferentes personas pueden observar la misma imagen y aun así no sólo interpretar cosas distintas sino ver cosas distintas, es fascinante y es parte de la gran diversidad de la vida. Por supuesto, es también una fuente de conflictos.
Algo de lo que uno aprende con el tiempo es que los sentidos, a través de los cuales captamos el contexto que nos rodea, son falibles. Podríamos decir que durante nuestras primeras etapas de vida lo que vemos se traduce en certezas, creemos firmemente en aquello que percibimos y eso se convierte en una realidad difícil de mover. En etapas más avanzadas, las certezas se fracturan y surgen las dudas. Pasamos del “ver para creer” al “yo sólo sé que no sé nada”. La madurez es una forma de dudar de la realidad, al menos en cuanto a reconocer que lo que yo veo, no necesariamente es lo que ve el otro. La madurez es entonces una forma de aceptar que no hay una realidad, sino varias.
Recientemente me entero de una singular competencia: “La ilusión del año”, en donde los participantes se las ingenian para crear ilusiones ópticas extraordinarias. Entender por qué funcionan y cómo nuestro cerebro es “engañado” arroja elementos sobre la vulnerable naturaleza humana, donde quizá se vuelva sano y necesario adoptar aquello de “no creas todo lo que veas”.
Hablemos de los ganadores en 2021. El primer lugar fue para “La reina fantasma”; consiste en un tablero de ajedrez con un espejo a noventa grados, de modo que se reflejan las piezas, salvo la reina blanca, que parece existir nada más dentro del espejo. Cuando el observador ve en el espejo que las piezas se mueven con la mano, pero la reina blanca se mueve sola, se sorprende. Esta ilusión es posible gracias a un camuflaje anamórfico, es decir, hay un objeto “invisible” para el ojo cuando se mira desde cierta perspectiva. La anamorfosis es una técnica, usada en la pintura y otras artes, que aprovecha las leyes de la perspectiva para crear ilusiones ópticas.
La ilusión ganadora del segundo lugar no es menos sorprendente. Tienes frente a ti una habitación y el reto es que trates de ver los objetos que están “fuera de lugar”. Antes de decirte qué es lo que sucede, trata de hacerlo en este video que dura apenas unos segundos: https://bit.ly/3vMRv0M. Si eres como la mayoría, los cambios que tuvo la habitación fueron imperceptibles para tus ojos, aun así, sucedieron frente a ti. Sin meternos en complicaciones científicas, somos “engañados” por las limitaciones en nuestra memoria visual y nuestro sistema perceptivo (el que opera la atención). No recordamos exactamente lo que teníamos enfrente, recordamos una fracción y generalmente le añadimos elementos de nuestra propia invención para tratar de reconstruir los hechos. Los magos usan estos principios para crear sus ilusiones.
Aceptar que nuestra perspectiva es distinta a la de los otros y por ende el punto de vista ajeno puede ser tan válido como el nuestro, debería no sólo ser conocimiento interesante sino una forma de generar empatía y solidaridad. Por supuesto, es más fácil decirlo que practicarlo. Como complemento a una buena formación cívica, debería integrarse una materia tan disruptiva como divertida: la perspectiva. Si los niños aprendieran el concepto de perspectiva, tendríamos jóvenes y adultos más solidarios, y esperanzadoramente una sociedad con menos conflictos.
Se trata de construir una nueva sensibilidad hacia el mundo que nos rodea.
Puede ser tan aleccionador como ameno. Me imagino una clase donde se proyecten cintas como “Rashomon”, de Akira Kurosawa, donde a partir de un hecho delictivo, se tiene el testimonio contradictorio de cuatro testigos, cuatro perspectivas. Antropológicamente se conoce como “Efecto Rashomon”. Podría también analizarse el relato corto “Pan”, de Margaret Atwood, en el que un mismo elemento, el pan, adquiere diferente significación según cambiamos de escena. Podría invitarse a los alumnos a crear obras artísticas que exploren las diferentes perspectivas.
Estamos ciegos a una parte del mundo, pero no lo sabemos hasta que lo sabemos. Cambiar la perspectiva es cambiar la mirada, cambiar la realidad.