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Micropoder

En su clásico de principios de siglo, The Tipping Point, Malcolm Gladwell describe un hecho que influyó en la Guerra de Independencia de Estados Unidos. En abril de 1775, un joven de Boston escuchó de un oficial británico que algo importante sucedería al día siguiente. Alarmado, fue a avisarle al platero, Paul Revere, quien ya había escuchado rumores de una invasión británica; la advertencia del joven lo puso en acción, tomó su caballo y durante la noche enfiló hacia Lexington y Arlington, para prevenir a las fuerzas americanas. Este episodio se conoce como “el viaje de media noche” y es uno de los pasajes más honrados por el patriotismo norteamericano. El rumor del ataque británico se esparció de boca en boca, como epidemia. Gladwell analiza que los mensajes que se propagan son aquellos donde intervienen personas con capacidad para amplificar, les llama “conectores”.

Durante muchos años vivimos con la idea de los “seis grados de separación”, esas seis personas que nos separan de cualquier otro habitante de la tierra. La evidencia muestra que, a partir del poder de conectividad de las redes sociales, esos seis grados son menos.

Analicemos un evento reciente. Las acciones de la empresa GameStop (minorista de juegos de video más grande de EU, con más de 5,500 puntos de venta en varios países) subieron exponencialmente luego de que muchos pequeños compradores se pusieron de acuerdo para que la emisora subiera de precio. ¿Cómo fue posible esta perfecta coordinación de personas que en su mayoría no se conocen? En la red social Reddit, digamos una plaza pública digital, se dio la arenga revolucionaria (tal cual, el Grito de Dolores amplificado) por parte de un grupo llamado WallStreetBets, quienes empezaron a comprar masivamente títulos de GameStop. No sólo generaron enormes ganancias para muchos, también enormes pérdidas para los “fondos bajistas”, aquellos que debían acciones de GameStop y esperaban comprarlas a precio más bajo. En medio del pánico, los fondos de inversión salieron a comprar acciones para detener sus pérdidas, irónicamente esto alimentó la demanda y provocó más fuerza en el alza.

El punto es que, como dice mi buen amigo Max, muchos Davides derrotaron a pocos Goliats. Hoy, como nunca antes, experimentamos la fuerza de lo que Gladwell llama “La ley de los pocos”, un micropoder con posibilidades de hacerse macro en cualquier momento. El viejo dicho “la unión hace la fuerza”, nunca como ahora es tan cierto. Como dice Yuval Noah Harari, el Sapiens sobrevivió al Neandertal no por su tamaño físico sino por su capacidad para coordinarse con sus semejantes y (yo apunto) orquestar acciones conjuntamente y crear un futuro compartido. Tal cual lo que sigue necesitando la especie humana para salir adelante de la pandemia que sufrimos y otros retos a escala mundial, como el calentamiento global y la pobreza alimentaria y educativa.

Hace no muchos años era común leer advertencias en los comercios: “No se admiten cambios ni devoluciones”. Actualmente es raro el negocio que tiene esta anacrónica política. Vivimos un mercado donde el poder ha pasado a los compradores quienes, a través de las plataformas digitales, tienen la posibilidad de coordinarse para actuar en masa; sus críticas o aplausos condenan o encumbran marcas. Su micropoder es enorme.

Pienso que los estacionamientos de los centros comerciales deberían ser gratuitos para los clientes que compren. Sé que cuesta mucho mantener un buen estacionamiento y operarlo bien. Los locatarios deberían absorber el costo de aquellos clientes que les compren. Si los consumidores nos pusiéramos de acuerdo, al estilo WallStreetBets en Reddit, para dejar de ir a determinado centro comercial hasta que cambie sus políticas de cobro de estacionamiento, lo lograríamos.

Un científico, matemático e inventor que vivió antes de Cristo, Arquímedes


, es recordado por sus brillantes pensamientos, particularmente “Denme un punto de apoyo y moveré al mundo”. Las revoluciones, los cambios sociales, los disturbios bursátiles son más posibles que antes gracias al micropoder.

Tenemos ese punto de apoyo. El alcance de las nuevas “plazas públicas del pueblo”, las redes sociales, es uno de los más emocionantes fenómenos que nos toca vivir. Cualquiera puede “dar el grito”.