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Infocracia vs. democracia

Imaginemos un consumidor en una tienda de autoservicio, se dirige a comprar leche. Pensemos en la información que tiene para hacer su decisión. Antaño la televisión era la fuente principal para definir su criterio. Ahora hay un exceso de fuentes de información. Imaginemos que ahí, en el anaquel, muchas voces le hablan al comprador; todo tiene reseñas de otros usuarios, unos opinan a favor, otros en contra. Imaginemos que al tomar una de las marcas de leche, se dispara un video donde una convincente ama de casa cuestiona: “¿Estás seguro de llevar esa marca? Mira cómo tratan a sus vacas”, y a continuación el video muestra animales golpeados, sufriendo en condiciones insalubres, en unas instalaciones que ostentan el mismo logotipo del envase que nuestro consumidor trae en la mano. Termina el video. ¿Cómo afecta esto la “libre” decisión?

Nuestro amigo consumidor está confundido, nunca imaginó tanta crueldad. Reconsidera su decisión y elige la otra marca. Hay un pequeño detalle, el video es falso, ha sido manipulado.

Valga esta simplona analogía con lo que hoy experimenta un ciudadano en época electoral. A diferencia de antes, cuando la campaña propagandística era un simple llamado a la acción, con una instrucción clara y precisa: “Vota así”, seguido de los colores nacionales (del partido) tachados en equis, ahora la campaña electoral es más compleja. El elector está bajo un asedio de información donde, desde varias fuentes, escucha voces a favor y en contra. En la era digital, la contienda electoral es esencialmente una batalla de información.

Byung-Chul Han expone en Infocracia el papel crítico de la información en la construcción de la opinión pública. Este tsunami de datos amenaza la democracia, considerando que en ese cúmulo informativo hay tergiversaciones y una franca intención de manipular la opinión pública (el voto). En otras palabras, este exceso de información hace que nuestro sufragio esté influenciado con información cuestionable. De ahí que hoy la contienda electoral tenga como activo esencial a la información. Además, como dice Han, toda campaña política es una escenificación teatral que pretende crear determinadas emociones (positivas y negativas) en la gente (teatrocracia, le llama). Para generar puntos de vista, hemos pasado del argumento responsable al meme que excita.

Circula un video en el que un avión queda varado en un bache en plena pista, los pasajeros son evacuados. La información que acompaña estas escenas dice que se trata del AIFA. La predisposición anímica que hay contra AMLO y su autollamada 4T hace que los antagonistas lo propaguen, añadiendo sus propios comentarios: “obra mal hecha”, “aeropuerto de cuarta”, etcétera, provocando más enojo y encono. Sólo algunos espectadores sabrán que no se trata del AIFA. La información fue sacada de contexto. Si consideramos que cada bando produce este tipo de manipulaciones, entenderemos que la democracia está amenazada. Nuestra supuesta libertad para elegir no lo es tanto, está condicionada.

La guerra sucia, la desinformación, la distorsión de la realidad, están a la orden del día, socavando la confianza en instituciones, personas y medios informativos. Reenviar contenido sin verificar hace el caldo gordo a estas intenciones. En algún momento habremos de contrarrestar este fenómeno con soluciones tecnológicas (la IA como aliada para detectar contenido falso en tiempo real), educativas (programas que eleven la capacidad crítica del ciudadano y le ayuden a discernir) y políticas (marcos regulatorios que, sin atentar contra el derecho a la información, tomen medidas contra las noticias falsas).

Escribe Han: “La televisión podía ser un reino de apariencias, pero aún no era una fábrica de fake news”. Hemos pasado del pan y circo, donde el espectáculo era el rey, a otra época, potencialmente destructora: ahora la información es el espectáculo. Una era donde somos más vulnerables.

Intranquiliza que vivamos en el régimen de la información, de la infocracia, que ésta sea constructora de opiniones y por ende de decisiones, intranquiliza que las elecciones las pueda ganar quien mejor sepa construir una realidad alternativa y (como dice Han) que la información sea repelente a la verdad.