En La sociedad de la transparencia, Byung-Chul Han aborda con mirada crítica la vida digital, anclada en dos excesos: información y transparencia. En materia de regímenes políticos, asociamos estos elementos a sistemas democráticos y profundamente institucionales. No es casual que en México padezcamos la opacidad en la vida pública, enmascarar es un arte nacional.
Si el simulacro fuera un deporte olímpico, tendríamos varios medallistas.
En pocos días entrará en vigor la nueva Norma Oficial Mexicana (051) sobre el etiquetado de alimentos y bebidas no alcohólicas preenvasados. Si bien ha generado inconformidad entre algunas empresas, se trata de un ejercicio de transparencia que debemos festejar. Estamos hablando de un nuevo sistema de advertencia que permitirá a los consumidores identificar los productos con exceso de nutrientes asociados a sobrepeso y obesidad como azúcares, grasas saturadas, sodio y calorías, con objeto de que se tomen decisiones más saludables en materia de alimentación, y con ello combatir la epidemia de obesidad endémica (y diabetes) que padecemos.
En el mundo de la comunicación persuasiva el empaque y las etiquetas han jugado un papel fundamental para inducir las preferencias de consumo. La nueva normatividad advertirá al consumidor de los excesos potencialmente dañinos. Junto a “Delicioso” podría decir “Exceso de calorías”. Entre más sellos negros tenga un producto, advertirá que es más dañino. Aunque habrá varias etapas en la implementación, es de esperarse que pronto desaparezcan personajes infantiles en marcas icónicas, muchas de las cuales nos acompañaron en la niñez y juventud. De cualquier forma, está por verse si la medida inducirá a tomar mejores decisiones. Se antoja que, sin una campaña permanente de educación básica en alimentación, el nuevo etiquetado tendrá solo efectos parciales o nulos.
Dijo Han, con la lucidez que le caracteriza, que “confiar es no necesitar saber”. Como consumidores necesitamos saber porque presumiblemente muchas marcas no nos han dicho la verdad o la han enmascarado con datos técnicos difíciles de entender por la mayoría.
Me llevo el tema a otro territorio. Ahora que vivimos aires de fin de sexenio, con un Presidente que luce desgastado, que cansa de tanto repetir lo mismo en el micrófono, que se ufana de haber cumplido ya la mayoría de sus promesas de campaña, no vendría mal pensar en el México post-AMLO que necesitamos, un país donde (desde ahora, con un gobierno que se jacta de transparente) deberíamos aplicar una norma oficial a los políticos, equivalente a la del etiquetado de productos. De esa forma los ciudadanos tendríamos señales de advertencia para no votar por gobernantes nocivos a la salud del país.
Lo imagino perfectamente. Habría un padrón con información sobre el político. Afectaría promociones o nombramientos en el gabinete y claro, en caso de ser candidatos a puestos de elección popular, varios sellos negros, junto a su nombre en la boleta, revelarían la incapacidad para el puesto. Por ejemplo “Exceso de ideología” sugerirá que sus decisiones serán dogmáticas. “Exceso de asignaciones directas” podrá ser síntoma de corrupción y compadrazgos sospechosos. “Exceso de otros datos” sería sintomático de decisiones arbitrarias. “Contiene desprecio por las instituciones y la ciencia. Evitar en la Presidencia” ahorraría muchos dolores de cabeza. “Exceso de verborragia” y “Contiene doble criterio para juzgar a conveniencia hechos similares. Evitar en democracias” sin duda ahorraría desencantos. “Exceso de ignorancia en materia económica. Produce pérdida de empleos y otros efectos negativos para el pueblo” sería suficiente para que ese político no tuviera el apoyo popular.
Esta norma (utópica, por ahora) impediría valerse de simbolismos religiosos en campaña y en el ejercicio de la actividad política. Le daría transparencia al pueblo para razonar su voto.
La NOM 051 se propone tratar con dignidad al consumidor, haciéndolo responsable de las consecuencias de una mala elección alimenticia. Del mismo modo habría que tratar a los electores, con sellos que revelen el empaque tramposo con el que muchos políticos se venden.
Epílogo a un sexenio de dos años: “Exceso de malas decisiones para el pueblo”.