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El efecto Rashomon

Si viviera Akira Kurosawa vería en México un reflejo de su icónica película Rashomon. Lugar de culto para cinéfilos alrededor del mundo, la historia narra un hecho que es contado por diferentes personas, dando como resultado versiones disímbolas y contradictorias. La diversidad de puntos de vista sobre un mismo incidente es sin duda parte de la condición humana, después de todo, interpretamos en función de nuestro código cultural e incluso de acuerdo a nuestros intereses y motivaciones. En un país como el nuestro, la naturaleza de la verdad es tan frágil como ser entrenador de la selección mexicana de fútbol.

A propósito del “juego del hombre”, de lo más importante de lo menos importante, es indudable que para una enorme mayoría de este país lo que sucede alrededor del futbol, y particularmente en torno a la selección mexicana, es de enorme gravedad. Si te preguntan ¿cómo jugó México la pasada Copa de Oro?, seguramente dirás que mal o, incluso, muy mal. Hay una idea colectiva de que el equipo nacional no tuvo un buen desempeño a pesar de haber ganado el torneo. ¿Qué me dirías si te digo que México tuvo un gran desempeño y superó ampliamente a sus rivales?, como sucede con los personajes de la película del gran director japonés, lo más probable es que dirás que miento, que tú viste otra cosa.

Tuve acceso a datos oficiales donde se mide objetivamente el desempeño de un equipo de futbol, indicadores que los profesionales e interesados en la materia ponderan para determinar sus calificaciones y tomar decisiones, es decir, lo que en el mundo empresarial son los indicadores clave de desempeño. La estadística muestra que México tuvo un gran torneo, liderando, por mucho, en número de tiros a gol, centros, tiros de esquina, remates de cabeza, duelos ofensivos exitosos 1 a 1, y no sólo eso, fue la selección con mejor puntería, teniendo el mejor número de remates de cabeza, tiros a gol y centros, atinados. Por supuesto, el mayor número de goles fue también de México.

¿Qué dirías de un equipo que tiene en un partido 660 pases acertados mientras su rival contabilizó 187? Imagino que hablarías de un dominio casi abrumador y de una efectividad contundente, ¿cierto?, pues bien, estos son los datos oficiales del partido México contra Panamá, donde los nuestros son los de mejor calificación en pases acertados. Las críticas y lo que escuchamos sobre el desempeño del “equipo de todos” parece contradecir los números. Me queda claro que aunque las cifras muestren una tendencia, el desempeño del equipo tricolor no gustó, y ese juicio subjetivo es suficiente para desestimar una medición objetiva. A propósito, por esta misma razón considero que los estudios cuantitativos son buenos pero no suficientes, nunca el qué pasa llegará a entender el por qué pasa.

El secretario de Hacienda declara cada vez que tiene oportunidad que las reformas estructurales están funcionando en beneficio del bolsillo de los mexicanos. Sin menoscabo de aquellos rubros donde efectivamente se han logrado avances, no he escuchado a un solo empresario o comerciante formal o informal hablar bien de la reforma fiscal. Sin caer en el cliché de que a nadie le gusta pagar impuestos, los cambios fiscales implementados se consideran uno de los grandes lastres del país. El efecto Rashomon, cada quien cuenta una realidad distinta.

Estamos acostumbrados a tener muchas versiones del mismo hecho. Desde los magnicidios en décadas recientes, a los desaparecidos de Ayotzinapa, a los escándalos por presunto conflicto de interés de este sexenio, en México ya todo es sospechoso, empezando por la verdad. ¿De cuántas maneras distintas se puede mentir?, se pregunta Sara Sefchovich en País de mentiras, y establece como una de ellas el dar versiones distintas, “un recurso tan usado que ya ni nos llama la atención”.

Todos al juzgar retratamos la realidad y, como dice Susan Sontag, “fotografiar es encuadrar y encuadrar es excluir”. Rashomon es un templo en Kioto, un lugar que se multiplica cada vez que alguien da su versión de los hechos.