¿Quién puede oponerse al flujo del agua? Más allá de su fórmula química, el agua tiene la obstinación del tiempo. Como voluntad de mujer, rompe piedras y se abre paso en los espacios menos creíbles. Al regresar por donde alguna vez anduvo, tiene mejor memoria que el hombre. Monterrey lo sabe. El 30 de Junio de 2010 el huracán Alex devastó buena parte de la zona metropolitana, arrastró vidas, caminos y sueños. Al menos por un tiempo.
Florencia Infante viuda de Garza habla con la pasión de un caudal que ha encontrado su paso, mejor dicho, que ha abierto un cauce donde no lo había. Recorro con ella un tramo del borde del Rio la Silla, el único río vivo en la zona metropolitana de la sultana del norte, en el municipio de Guadalupe. El calor es intenso pero reconforta escuchar la algarabía de los pericos y algunas palomas entre enormes sabinos y ahuhuetes cuyos troncos espejean en el agua, milagrosamente cristalina, de un río que avanza a contrasol. Por mediode su fundación UNAC (Unidos por el arte contra el cancer infantil), Florencia, nacida en Bogotá y casada con un regiomontano, le había echado el ojo al “Parque Pipo” como se le conoce coloquialmente al sitio, para poner un pabellón de la salud que sirviera para hacer conciencia entre la población infantil y sus padres sobre cuestiones preventivas. En eso se atravesó Alex.
La zona quedó destruida. Cuando las autoridades se preparaban para talar los troncos de los arboles mutilados, y seguramente enterrar esta pequeña pero significativa zona de biodiversidad, casi inimaginable en Monterrey, intervinó otra fuerza natural, la voluntad de una mujer para quien la palabra imposible tiene nueve letras y muchas fisuras. Florencia orquestó el concurso de varias entidades gubernamentales, iniciativa privada y diversos especialistas para rescatar el área. Hoy en día es uno de los orgullos para el municipio de Guadalupe, como lo pude sentir con la compañía de la Secretaria de Desarrollo Social, Alejandra Lara, y el Secretario de Desarrollo Económico, Jorge Stahl.
Hay tragedias que inspiran. El borde del río tiene un original Corredor del Arte, en el que las obras surgen delos troncos secos de los arboles que destrozó Alex. Se trata de esculturas en madera, imaginadas por Florencia y cristalizadas por los escultores Juany Nicanor, Magdiel Martinez y Antonio Aguirre, más algunos alumnos de la UANL. La idea no sólo es original, es una ilustrativa metáfora de que existe la renovación después de un trance. Cada escultura representa un valor social. El camino evoca un momento de paz y contemplación que nunca imaginé para la industriosa y pujante ciudad del norte de México.
Las zonas aledañas a este parque son marginadas y con problemas sociales serios, inseguridad, frágil tejido social, gran vulnerabilidad ante problemas de salud. Al lado hay un cementerio donde, me dice Florencia, viven niños. Se pretende que a través de la convivencia con la naturaleza y mensajes preventivos, se pueda revertir el deterioro social y la degradación urbana.
En el Pabellón de Salud, una construcción al final del parque, un juego digital enseña a los niños cómo es la quimioterapia con objeto de que su actitud mental ante el proceso de combate a la enfermedad sea más positivo. Imaginé un juego similar pero contra la corrupción. Otras estaciones aleccionan para un estilo de vida saludable. Hace unos días el Pabellón fue recorrido por el Secretario de Salud, Dr. José Narro, quien ojalá apoye la réplica de este tipo de iniciativas en todo el país.
Para Florencia, la filantropía esta ligada a su etimología: amor a la humanidad, “Tenemos que aprender a ver el rostro del otro”, dice con la convicción de quien sabe que su vocación va mas allá del costo-beneficio y del ganar-ganar, “es amar-amar”. No deja de llamarme la atención que habla de aridez humana y de cáncer social, y este parque que ha impulsado ha reverdecido la zona y está ayudando a curar niños. En la mente de esta mujer colombiana viene un laberinto para el parque, una encrucijada hecha con paisajismo que fomentará la resolución de problemas entre los niños. Lo suyo, me queda claro, es dejar un mundo mejor. Estoy seguro que lo logrará.
Nada se interpone al brioso paso del agua.