Mientras observo Jerusalén desde el Monte de los Olivos no dejo de pensar en la complejidad del ser humano y en las enseñanzas que esta simbólica zona del mundo tiene (para quien quiere verlas, al margen de polémicas y apasionamientos). Bajo la vista y junto al Huerto de Getsemaní colindan pacíficamente cristianos, judíos y musulmanes, individuos de las tres religiones monoteístas más grandes del mundo. Se trata de tres cementerios donde no hay disputas entre moradores. Pero incluso cruzando el Valle del Cedrón, los vivos han aprendido a cohabitar con sus diferencias, algo que muchas veces en nuestras ciudades o con nuestros vecinos de casa, no es tan fácil.
No deja de sorprender el sincretismo de la ciudad antigua donde estos grupos más sus diferentes subdivisiones étnicas y religiosas, más armenios, forman un núcleo donde la mayoría de los días son pacíficos y no suceden altercados a pesar de sus disputas ideológicas. Me llama poderosamente la atención entender la naturaleza de los israelitas y las condiciones que han hecho de esta nación un muy destacado generador de alta tecnología y de nuevos emprendedores. Estoy aquí en busca de pistas que podamos implantar en México. Llevo apenas unos días y tengo ya varios indicios.
Los judíos han sido un grupo muy resiliente. En México no hablamos de resiliencia ni de cómo crearla. Resiliencia es la capacidad que tiene un individuo de generar factores biológicos, psicológicos y sociales para resistir, adaptarse y fortalecerse ante un medio de riesgo, generando éxito individual, social y moral. Las sociedades resilientes tiene alta autoestima, crean un ecosistema donde se evita la riqueza y la pobreza extremas, promueven la meritocracia como forma de ascenso, tienen sentido de responsabilidad, disposición para soñar, individuos empáticos, tolerancia al sufrimiento (pero no indiferencia), la creencia de que uno puede y debe influir en lo que sucede alrededor, compromiso por la vida y en general una muy particular actitud frente al fracaso. De hecho se habla de “fracasos constructivos” o “inteligentes”.
Israel ha sido un país impulsado por la adversidad. Su economía se ha fortalecido en buena medida porque sociedad y gobierno han trabajado en la creación de un ecosistema que promueve la innovación, la gestación de nuevas empresas y un alto énfasis en la educación científica. No es casual que sea uno de los países con más generación de nuevas empresas de alta tecnología. Los judíos discuten entre sí por naturaleza, son inconformes y retan las circunstancias (en México generalmente somos conformistas y demasiado aguantadores). Esta inconformidad les ha ayudado a superar adversidades. Dijo Shimon Peres: “tuvimos que descubrir la riqueza de la escasez”.
Dos de sus presidentes han sido grandes científicos. Uno de ellos, Weizmann, fundó el instituto que lleva su nombre, hoy ícono y pionero de investigación científica en el mundo. Otra pista la encontré con el curador de los rollos del Mar Muerto, doctor Adolfo Roitman, quien me dice que debería interesarnos el mensaje de estos documentos milenarios porque somos expertos en lo que nos hace diferentes. Si entendiéramos el pasado sabríamos lo mucho que tenemos en común. Me entusiasmó escuchar que tiene un proyecto para reunir a periodistas, investigadores, intelectuales de México e Israel, para compartir experiencias que resulten en estrategias que cada país pueda aplicar para resolver problemas comunes.
En México somos muy tolerantes con nuestros problemas. Necesitamos una renovación con mejores gobernantes que piensen en varias generaciones adelante; necesitamos un Presidente que no nos venda su plan sexenal sino su proyecto de nación a 30 y 50 años. Un gobierno que favorezca la educación y el desarrollo científico así como la generación de nuevas empresas. Un país con un gobierno más chico, una clase empresarial más grande y una base social mejor educada. Muchos otros serios males (como corrupción e impunidad) se podrán solucionar con esto. El escritor alemán Tucholsky dijo: “Un país no es sólo lo que hace, es también lo que tolera”. No más políticos de miras cortas, seamos inconformes productivos, tomemos el ejemplo de quienes han caminado con éxito la senda de forjar un futuro, no sólo esperarlo.