“Aki komiendo kn mi fmilia, tu?”
Leí una sentencia definitiva: la tecnología nos acerca a los que están lejos y nos aleja de los que están cerca. Hace pocos días lo comprobé. Estaba comiendo con unos amigos y con nuestros hijos adolescentes, todos sentados en la misma mesa pero no todos presentes. Teléfonos celulares en mano los jóvenes se comunican obsesivamente con sus amigos que están a la distancia. Como zombies tecnológicos, su cuerpo está ahí pero ellos escapan por redes inalámbricas a velocidades infinitum y más allá.
” yo tmb en ksa d abuela. a q ora t skapas?”
Ehrich Weiss mejor conocido como Harry Houdini, ilusionista húngaro, leyenda de la magia, huyó de su casa a los nueve años para unirse a un circo. Con el tiempo asombraría a miles por su habilidad de escapar de retos imposibles. Los jóvenes de hoy emulan escapes menos sorprendentes. Cabizbajos, absortos en un universo paralelo, sus dedos prodigan códigos en un minúsculo teclado, eslabón al mundo.
“sta cañon t llamo x las 6 wey”
Ausentes a la conversación y a lo que los rodea, los amantes del SMS, BBM y otros acrónimos de servicios de mensajes electrónicos, los adolescentes practican verbos cibersociales mientras sus padres simplemente conjugan los tradicionales: comer y platicar. Textear llegó a nuestras vidas, llegó para permitirle a los jóvenes escapar del lugar sin forzar la cerradura o brincar de una ventana. El adolescente vive en fuga permanente sin más límite que la velocidad de sus dedos o la eficacia de una red invisible.
“k onda mi Lu, q pex anoche?”
No todo está perdido. Textear durante la comida encierra momentáneos goces en los padres: comprueban que sus hijos adolescentes todavía sonríen, aunque el gesto vaya dirigido a un aparato que sostienen sobre las rodillas. Escapistas modernos, la tecnología les da posibilidades múltiples para sostener conversaciones en distintos puntos de la ciudad, o del planeta, la distancia no existe.
“ni m digas wey, q oso kon la foto de tu hno. xfa no las subas a fb xq mueroooo!”
“A mí hijo ya no le grito que baje a comer, le mando un text” me dijo con resignación una amiga. Como toda arma de dos filos, los mensajes electrónicos han abierto un efectivo canal de comunicación. “Mi hijo me dice cosas por esemes que no me diría en persona” se consuela otra amiga para quien la era de la hipercomunicación tiene aristas salvables. Las mamás han aprendido a expresar su amor bajo el nuevo código: “tqm” (te quiero mucho).
“sip llama m 6 y vmos al cine kon fer y sofy”
Los padres no son las únicas víctimas. La gramática y la sintaxis sucumben ante la embestida brutal del texteo. Las flagrantes violaciones al lenguaje y la sustitución o mutilación de palabras suman al sentido de anarquía y separación propios de la adolescencia. Aquel que intente escribir con palabras completas y signos ortográficos está fuera de la tribu. Que no nos quede duda, estamos ante la gestación de un nuevo lenguaje que ayuda a fortalecer vínculos.
“jajajaja bno djame ver pero c me hac q ya sbieron tu foto wey”
Vivir pegado a los mensajes de texto es una adicción social. “Texteo, luego existo” es una nueva forma de pertenecer a la manada, también una forma de poner la vida en una orilla cuando el texteo se practica mientras se conduce un automóvil. ¿Cómo resistir el sonido electrónico que avisa de un nuevo mensaje? En la época de la gratificación instantánea tardarse en responder es negarse a la digitalización de nuestra vida. Nunca un minuto es tan largo cuando se espera la respuesta a un mensaje electrónico.
“no mnchez q kbrona! t dije q noooooooo!!!!!”
En sus últimos años Harry Houdini se obsesionó en desenmascarar a médiums y espiritistas. Si viviera el más grande escapista de la historia tal vez perseguiría a quienes se comunican con el más allá vía mensajes electrónicos.
“ya m voy, t bsco + trd”
El 24 de Mayo de 1844 Samuel Morse mandó el primer mensaje telegráfico inspirado en una cita bíblica. A más de un siglo de distancia el mensaje es digno de ser enviado por SMS:
“q a exo dios?” (¿Qué ha hecho Dios?)
Publicado en Grupo Reforma, Periódico Mural el 10 de Junio de 2010