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La gallina de los huevos de oro

El hallazgo fue afortunado y aleccionador. Me llamó la atención una pequeña mesita de madera y la fotografía en blanco y negro, de un viejo de barba blanca con un veguero en la boca, sus manos torcían hojas de tabaco. Debajo de la imagen, un letrero, tan rústico como el empedrado del sitio, anunciaba la venta de puros. Al fin se me hacía conocer San Sebastián del Oeste, Pueblo Mágico, en la sierra de Jalisco, un lugar más cercano al siglo XIX que a la toma de posesión de un fascista moderno.

Don Raúl Bernal, el del retrato, ya murió. Su hijo, también torcedor, nos cuenta a mi esposa y a mis hijos que piensa hacer un museo para honrar a su padre quien no sólo confeccionaba puros, también hacía esculturas, navajas, forjas, herrajes y cajas de combinación. ¿Cajas de combinación? Sacó de un cuarto oscuro un objeto de madera (semejante a una caja de zapatos, pero más grande); me dio una llave y me dijo: “ábrela”. Sin saber en dónde insertar la llave, miré desconcertado a mi interlocutor quien puso cara de “ahí está el detalle”. El chiste era encontrar la cerradura oculta. Procedió entonces a deslizar la caja (mientras la base permanecía inmóvil) con una secuencia codificada: adelante, a un lado, adelante; luego, con la uña bajó una pieza frontal que parecía fija, y con el hueco que quedó pudo mover otra parte hasta que descubrió la cerradura. Nos sentimos parte de esas historias donde hay cajones ocultos en un escritorio, pasadizos detrás de un librero. Lo demás fue ver cómo es el proceso de fabricar puros y de ahí a una finca cafetalera donde compré el grano orgánico con el que estoy saboreando un café expreso mientras escribo.

Hace unos días se presentó el Estudio de la Política Turística de México, realizado por la OECD, en donde se recalcó la importancia de la industria turística para el país. Ante un panorama de incertidumbre con nuestro principal socio comercial y ante la predecible realidad donde el petróleo ya no es el motor de desarrollo y crecimiento, el turismo es una real alternativa para México. De acuerdo al documento, el turismo representó en 2014 el 8.5% del PIB, el 5.8% del empleo remunerado de tiempo completo y el 77.2% de las exportaciones de servicios. Varios actores coinciden que el potencial de México para consolidarse como uno de los destinos turísticos más importantes del mundo, es enorme, pero hay grandes retos.

El fortalecimiento del sector turismo implica que existan renovadas políticas públicas que aumenten la importancia (que ya se le da) a esta industria y el desarrollo de nuevos productos turísticos, el mejoramiento de la infraestructura. Implica también entender la naturaleza, las motivaciones primarias, de esta actividad nómada de los humanos. El turismo es poderoso porque está indisolublemente ligado a la cultura, a la construcción de experiencias que reflejan aspectos de nuestra biología: la emoción es el pegamento de la memoria. Por eso México es memorable.

Somos descubridores en potencia, permanentes consumidores de historias, las que nos cuentan y las que nosotros mismos nos contamos a través de las vivencias, los olores, los sonidos, las leyendas, los sabores, las tradiciones antiguas y las actuales; México está lleno de eso, ahí nuestras reservas, a diferencia del oro negro, no se agotan, se multiplican cada vez que un extranjero o un compatriota abre la boca cuando ve girando en el cielo a un volador de Papantla, cuando camina por los 7 colores del agua de Bacalar, cuando asiste a una boda en Teotihuacán en la que se quema copal y luego un “torito”, cuando llega en bicicleta por las veredas selváticas hasta las ruinas de Kohunlich, cuando es atendido con la amabilidad mexicana, cuando paladea nuestras variedades de mole o de mezcal, cuando descubre a Sor Juana o visita el Museo Internacional del Barroco, en Puebla, y así, en interminables estampas donde México manifiesta su riqueza.

El potencial de este país para contar historias es enorme. No necesitamos de la ficción, las raíces mexicanas son genuinas y de interés universal. La forma como vivimos la familia, sin saberlo, es producto de exportación.

Ojalá no se nos hubiera secado la gallina de los huevos de oro. El hubiera no existe. La riqueza turística de México, sí.